martes, 2 de diciembre de 2008

"Me parece un gran des honor tener que ne gar que soy un criminal"


Si la contratación de Brando requirió enormes es fuerzos y sacrificios, no menos arriesgada fue la confianza que Coppola depositó en Al Pacino. Los responsables de Paramount sostenían que Pacino era un actor de perfil bajo, tanto por su escasa reputación como por su pequeña estatura. Desde los estudios se presionó para que el papel de Michael Corleone fuese a parar a las manos de otro intérprete, y sonaron nombres tan in vero símiles como Robert Redford o Charlie Bronson. Además, James Caan había probado para los papeles de Michael, Sonny y Tom Hagen, y había estado soberbio en todos ellos, con lo cual él era el comodín que los productores se guar daban en la manga.
Pacino, aunque venía de cautivar a la crítica con su papel en una obra teatral de Broadway, no terminaba de convencer a nadie excepto a Coppola, y flaco favor le hizo a él y a sí mismo cuando se presentó a sus primeras pruebas de selección. "Bastardo autodestructivo", rememora Coppola en una entrevista, "¡ni siquiera se había estudiado el diálogo para el casting!".
En un ensayo que escribió sobre la pro ducción del filme, Mario Puzo evoca la incertidumbre de aquel proceso de casting. "Tuve que irme de los estudios durante una sem ana. Cuando regresé, Pacino tenía el papel de Michael, Jimmy Caan tenía la parte de Sonny, y el chaval que iba a interpretar a Sonny estaba fuera".